Cuando hablamos de recuerdos nos referimos a una asociación concreta de imágenes mentales que apuntan al pasado. Estos, por lo tanto, están asociados a una función cerebral, resultante de las conexiones sinápticas entre las neuronas, así como a una facultad psíquica, que se encarga de retener el pasado. Del mismo modo, esta capacidad para contemplar el pasado le permite al ser humano planificar el futuro.
Antes de empezar, te proponemos un juego para comprobar la capacidad de tu memoria. Lo único que tienes que hacer es programar el cronómetro de tu móvil con una cuenta atrás de 10 segundos. Durante este intervalo debes decir en voz alta el mayor número de ciudades posible, y llevar la cuenta en una hoja. ¿Estás listo/a? ¡Adelante!
Una vez finalizado, comenzamos con la segunda parte del experimento. El proceso es el mismo, solo que ahora, en lugar de ciudades, la finalidad es decir el mayor número de palabras aleatorias que se te ocurran. Sólo es necesario que estas cumplan dos condiciones: no pertenecer a un mismo grupo y no estar en nuestro campo visual. ¿Crees que podrás? Prepara el cronómetro y comienza.
Para terminar, debes contabilizar el total de palabras que has dicho en cada parte del juego. Te darás cuenta de que, por muchas veces que repitieras el juego, el número de ciudades superará siempre al de palabras aleatorias.
A nivel neurológico, las imágenes mentales se asocian por categorías. Al cerebro le resulta mucho más fácil juntar los recuerdos asociados en una misma zona para poder recurrir a ellos de manera rápida cuando le sea necesaria. Esta zona es conocida con el nombre de área de Wernicke, y ella es la que, al tener toda la información bien encasillada en grupos, se monta un lío cuando le pedimos a la memoria que elija palabras aleatorias sin ningún patrón.

Además de esta área, otra parte fundamental de la anatomía cerebral implicada en la generación de los recuerdos es el hipocampo, puesto que es el encargado de codificarlos a nivel molecular. Así se generan las distintas categorías y la información se divide e inserta en las diferentes proteínas existentes en el cerebro. Como añadido, existen unas proteínas especiales, conocidas como proteínas CREB, que son las encargadas de determinar a qué neurona se le asigna cada recuerdo. Y para rizar el rizo, se ha descubierto que los recuerdos no se almacenan de manera aislada, sino creando largas cadenas que los entrelazan unos con otros. Esto hace que cuando evocamos uno de ellos, automáticamente aparece en el campo mental consciente toda la cadena.

Pero justo antes de que los recuerdos se establezcan en la memoria como los conocemos, en el momento en el que las experiencias vividas llegan al hipocampo para ser codificadas, este las modifica para que coincidan con nuestra visión de la realidad. ¿Y cómo sucede esto?, te preguntarás. Pues si te suena la película de Inside Out te harás una idea, puesto que como se muestra en ella, son nuestras expectativas y el carácter que tengamos en cada el momento lo que indica al hipocampo como gestionar la información para crear recuerdos que sean coherentes con respecto a lo que estamos viviendo.
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