Aprietos, apuros y demás dilemas

El término problema presenta numerosas acepciones. Desde una cuestión que se trata de aclarar hasta el planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos (tal y como nos indica la RAE).  No obstante, todas ellas tienen en común la necesidad de encontrar una solución.

De este modo, utilizamos el concepto resolución de problemas para referirnos al procedimiento que nos permite buscar y encontrar la solución a la complicación a la que nos enfrentamos. Esta comienza por la identificación del inconveniente en cuestión y continúa, una vez analizado, con la planificación de la acción que derive en la resolución. En algunos casos, este proceso requiere ser realizado de manera lineal, respetando determinados modelos (por ejemplo, en el caso de los problemas matemáticos). En cambio, en otros, la resolución puede depender de una única acción, como cuando se nos cae el móvil al agua y tratamos de salvarlo metiéndolo instantáneamente en arroz.

Para poder resolver los problemas que surgen en nuestro día a día, el cerebro cuenta con una herramienta imprescindible: la memoria del trabajo. Este concepto se define como el sistema de memoria que mantiene y manipula la información de forma temporal, interviniendo en procesos complejos como la comprensión del lenguaje, la lectura o el razonamiento. Su papel es fundamental en el procesamiento de la información para valorar cuál es la solución más adecuada al problema que nos concierne.

Mediante la corteza prefrontal dorsolateral, la memoria de trabajo permite integrar percepciones instantáneas producidas en periodos cortos y combinarlas con el recuerdo de experiencias pasadas. Es decir, cuando aparece un problema, esta hace que podamos combinar la información que nos llega del entorno con la almacenada en la memoria a largo plazo.

Las sociedades actuales y el ritmo de vida que llevamos la mayor parte de los seres humanos en nuestro día a día hace que la cantidad de problemas a los que tenemos que encontrar una solución sea, cuanto menos, llamativa. Es por eso que muy frecuentemente nuestra memoria de trabajo se satura y se queda sin espacio disponible para dedicarlo a la resolución de las tareas.

No obstante, como la mayor parte de las funciones cognitivas, esta puede ser mejorada. Al depender por completo de la plasticidad cerebral, el entrenamiento de la memoria de trabajo hará que el cerebro y las conexiones neuronales sean más rápidas y eficientes. La velocidad de procesamiento, es decir, el tiempo que le lleva a una persona a hacer una tarea mental. Cuanto mayor sea esta, más eficiente será pensar para buscar soluciones rápidas a nuestros problemas.

Acciones tan simples como practicar con los problemas de matemáticas o hacer los sudokus del periódico cada mañana contribuyen en gran medida a mejorar nuestra memoria del trabajo, y nos ayudan a dejar de rompernos tanto la cabeza en la búsqueda de soluciones para nuestras problemáticas del día a día.

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