La curiosidad como brújula de nuestro conocimiento

Aprendizaje, dícese del proceso de adquisición de conocimientos, habilidades y valores, posibilitado mediante el estudio, la enseñanza o la experiencia. En los seres humanos, aprender consiste en el cambio relativamente invariable de la conducta de una persona a partir del resultado de la experiencia. Este nos ayuda a cambiar nuestro comportamiento y aplicar los nuevos conocimientos que hemos adquirido en el presente y de cara al futuro, con la finalidad última de mejorar y adaptarse a las circunstancias que nos rodean.

En el proceso de aprendizaje, la curiosidad y la emoción desempeñan un papel fundamental en la adquisición de nuevos conocimientos. Numerosos estudios a lo largo de estos últimos años han concluido en que el experimentar con los nuevos estímulos y sobre todo con aquellos que nos despiertan emociones, provocan un notable incremento en la capacidad de aprendizaje (no es lo mismo tratar de memorizarse 5 temas de historia acerca de la Guerra Civil a base de repetirlos una y otra vez, que ir de visita al museo y que el guía nos cuente lo sucedido con pelos y señales).

A nivel neurológico, para poder aprender es necesaria la creación de nuevas redes neuronales, originadas en base a la interrelación de los recuerdos. Es aquí donde pasamos a hablar de Plasticidad Cerebral. ¿Suena extraño? Pues esta no es más que la capacidad del cerebro para regenerar las sinapsis entre las células nerviosas, ya sea con fines evolutivos del propio individuo o por daños que hicieran necesaria una sustitución. Es en base a los estudios realizados utilizando diversas técnicas de imagen cerebral que se han conseguido observar los cambios en las respuestas cerebrales que tienen lugar durante el aprendizaje. El cerebro está continuamente reorganizando las conexiones, lo que provoca cambios que afectan tanto al comportamiento, como en el propio órgano: la experiencia cambia las estructuras neuronales, que a su vez modifican la forma de procesar la información y, en última instancia, dan lugar a comportamientos distintos.
A la hora de fijar conceptos en nuestra memoria existen una serie de factores que contribuyen al proceso de una manera significativa. El primero de ellos, comentado ya anteriormente, es la emoción. Las situaciones que consiguen emocionarnos hacen que el cerebro tenga un mayor interés en recordarlas. De este modo, la información captada por los sentidos viaja hasta el sistema límbico (el cerebro emocional), para finalmente llegar a la corteza cerebral, encargada de los procesos cognitivos. Además, dentro de este sistema, la amígdala juega un papel fundamental, puesto que se activa ante eventos que considera importantes para la supervivencia, haciendo que los recuerdos se consoliden de una manera más eficiente.

Otro factor a tener en cuenta es la sorpresa, que del mismo modo que la emoción, también provoca una activación de la amígdala. El cerebro es un órgano acostumbrado a procesar patrones, y todas aquellas cosas que levantan su interés por ser innovadoras, se guardan en el de manera más profunda.

Finalmente, el factor que mayor impacto provoca en el aprendizaje es la necesidad que tenemos los seres humanos por buscar un significado a las cuestiones que despiertan nuestra curiosidad, lo que da lugar a una activación y conexión reiterada entre neuronas. Este hecho, hace que el aprendizaje sea más efectivo, ya que requiere una mayor actividad del cerebro centrada en la compresión y no únicamente en la memorización.

A lo mejor ahora todos estos motivos te son de ayuda para entender por qué eres capaz de recordar un dato interesante acerca del cangrejo de los cocoteros, pero no eres capaz de recordar ni por asomo las características de la célula procariota.


Imagen esquema experiencias nuevas de elaboración propia

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