La hormona multitarea
En primer lugar, tenemos que
destacar la importancia de la oxitocina en el parto. Tiene la función de
desencadenar y mantener las contracciones uterinas durante el parto, además de
promover la dilatación del cuello uterino. En 1955, Vincent du Vigneaud recibió
el premio Nobel de Medicina por haber conseguido sintetizar oxitocina en
laboratorio, y desde entonces se utiliza muchísimo en los servicios de
obstetricia por motivos evidentes.
Por otro lado, la oxitocina, junto a las endorfinas, la dopamina y la serotonina modula el sistema nervioso vegetativo parasimpático durante los estados de calma y relajación, lo que nos lleva al siguiente punto: la oxitocina es la hormona de la sociabilidad y la confianza. La segregamos en situaciones agradables para nosotros, en las que nos sentimos a gusto, como en una comida familiar, durante un masaje, en una conversación… Envía mensajes positivos desde nuestra corteza cerebral y hace que aumente nuestro bienestar y salud. Además, tiene la capacidad de hacernos empáticos y de reconocer las emociones de otros para responder afectivamente.
Por último, relacionándolo con los
sentimientos de bienestar y de seguridad que produce, está la función que
cumple la oxitocina en el orgasmo. Durante la excitación sexual, los nervios
genitales envían información al cerebro, lo que activa el hipotálamo para estimular
la liberación de oxitocina. En este caso actúa como un estimulante y produce
analgesia y sensación de bienestar, ya que reduce el flujo sanguíneo a la
corteza orbitofrontal, responsable del control y la razón. Es por esto que el
sadomasoquismo puede producir placer, porque al sentir dolor el cuerpo segrega hormonas
para reducirlo, entre ellas la oxitocina, llegando a producir orgasmos y desinhibición.
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