¿Por qué mi madre no me quiere?

Hoy comenzaremos de una manera un tanto distinta. Conoceremos a Julia, una mujer de 31 años que acaba de tener a su primer hijo. Julia tiene una carrera exitosa y un puesto de alto nivel en la empresa en la que trabaja, sin embargo, tras dar a luz a su hijo, parece que se le ha venido el mundo encima. No consigue salir de la cama, no tiene fuerzas ni para coger en brazos a su hijo y no tiene ánimo para volver a la realidad que antes la hacía tan feliz.

Lo que le ocurre a Julia es que sufre depresión postparto, una situación que ella no ha elegido y que es producto de los mecanismos fisiológicos de su cuerpo, en concreto, de una hormona. De esta manera podemos hacernos una idea del importante impacto que puede tener una sustancia como esta en nuestro cuerpo.


El cortisol es una hormona esteroidea producida por la glándula suprarrenal. Entre sus funciones principales se encuentran incrementar el nivel de azúcar en sangre, suprimir el sistema inmunológico y ayudar al metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos. A nivel neurológico, el cortisol es un mediador en nuestros estados de estrés y ansiedad. Gracias a esta hormona obtenemos energía suficiente para levantarnos por las mañanas, para hacer nuestras tareas del día a día o para reaccionar ante situaciones que interpretamos como peligrosas, junto a nuestra ya conocida adrenalina (https://neuronewsusc.blogspot.com/2020/11/un-subidon-de-adrenalina.html).


El cortisol es uno de nuestros mayores aliados, pero como todo, en cantidades equivocadas puede tener efectos devastadores. En niveles bajos, puede llevarnos a cuadros de desánimo y cansancio, y en niveles elevados puede producir ansiedad, taquicardias y nerviosismo. Otro problema es que se segregue de manera constante, como en el caso de Julia. Durante su embarazo, su cuerpo produjo cantidades de cortisol por encima de las habituales para hacer frente a su situación, pero al dar a luz se volvió en su contra. Al tener una elevación de esta hormona, nuestra mente considera que solo la envuelven problemas, que la vida es demasiado exigente y que todo se nos escapa de las manos. De ahí la depresión de Julia.



Podemos utilizar el cortisol para tratar múltiples enfermedades por todos los efectos que tiene sobre nosotros, pero siempre que se utilice en las cantidades acertadas. Así, podemos concluir diciendo que la clave está en el nivel que se libere, en el equilibrio.







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